El tiempo se agota, y nada ya perdura. Ya luego no podremos sentir deseos de extrañar, llegara el tiempo de sentirnos extraños acariciando nuestros cuerpos, compartir nuestras almas, conjugar nuestros seres.
El frío que se oculta bajo un ambiente tropical ya no se siente tan mal, y los conciertos de ocarina y piano que bordean mis tímpanos, buscando una correcta persepción de recuerdo y nostalgia, me hacen recorar esos tapes que sonaban durante algunas instancias de mi niñez, en mi viejo hogar en aquella vida de la cual mucho recuerdo, y no comparto la idea de olvidar.
Siento tanto volver a algo que aun es nuevo, a pesar de los casi 3 años que han pasado.
Confío en que me darán la fuerza, que llenaran de Rock mi vida Celeste.
De un segundo a otro pensamientos destructivos atraviesan mi mente, la hora feliz se acaba, los lindos sentimientos se retiran, pero no dejan de luchar. La espera ya no es tan corta, sus latidos cada vez más fuertes me hace pensar que se me irá de las manos.
Y es poco creible, porque esa interminable lucha no ha dado pie para ningún polo. Lo que significa que aun no habrán sabanas blancas y comida liviana a horas puntuales en mi vida.
Y cuando se detenga, sentiré nostalgia, sentiré impotencia de olvidar como luchar.
Y espero que alguien realmente sepa y aprecie, esta lucha silenciosa. Y que tenga la descencia de poner mi nombre en los créditos de esta maniaca e hipocondriaca película de mi vida.
Guillermo...
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