sábado, 28 de mayo de 2011

Oyendo Pink Floyd

Ni si quiera al compás del ritmo de una hermosa
melodía de guitarra eléctrica, mi cabeza
descansaba sobre mis antebrazos, ahí, en una 
posición privilegiada para ver al
excelentísimo tributo, desconcertado y sumido
en una excitación musical suave y deliciosa,
llegaste por un costado y recostaste tu cabeza
de cabello largo junto a mi comodidad, me
besaste al ritmo de Pink Floyd y me 
susurraste al oído "I wish you were here"
y tu voz la oí como el mejor complemento
de aquella relajación musical que me hizo
sentir esa rola, así que te devolví el beso
y nos quedamos recostados en mis antebrazos 
hasta que terminó la canción.

                           Guille.

Cuando la Música Acabe