viernes, 22 de octubre de 2010

Análisis Terrestre

El mundo mas profundo 
es quien me da la vuelta 
y sobrepasa mis ideas. 
Su rostro nauseabundo 
con las fauces abiertas 
sobre su vientre se arquea. 

Mis ojos impasibles 
se alegran de este evento 
que se venia anunciando. 
Se aceleran terribles 
los últimos alientos 
del mundo que se esta acabando. 

Abre bien tus pupilas 
concentrándote en mirar 
la sangre que destila de la tierra por el mar. 
Fija bien tus sentidos 
en este curso final. 
Cuando estemos hundidos 
el terror sera plural. 

Al final del asunto no hay mas vuelta que darle. 
Si tienes un dios parte corriendo a rezarle. 
Responsable es nuestra ambición de la hecatombe 
que ya viene como una gran noche hasta los hombres. 

Algunos se auto-nombran 
amables e inocentes 
con practicada elocuencia. 
Pero arrastran la sombra 
eterna de la muerte 
tras su mentirosa apariencia. 

Nadie esta salvo, nadie 
se libra del deseo. 
Hasta el amor se ambiciona. 
Soy yo un testigo infame 
del egoísmo feo 
que anida en muchas personas.


                     GuillE.

Viernes por la mañana

Mañana de viernes, corre un poco de viento en viña del mar, aún no se asoma el sol, ya llevo casi un año viviendo fuera de casa, vivo en otra región, estudio lo que me gusta y no me va mal, tengo pareja estable, y sonrío siempre.

Aveces salgo a andar en bicicleta, o a tomarme una cerveza o terremoto, depende de la ocación, con mis nuevos amigos.

Nueva vida, me agrada bastante, me aman y amo.

Vives solo, estudias en la U, estás pololeando, y te no te va mal. Estás grande, estás maduro.

¡No señor! para eso faltan años, o quizás yo no alcancé. Pero si me pregunta cómo estoy ahora
diría, que la felicidad me cala lo más profundo del alma, y cada día me vuelvo mucho más miembro de esta linda ciudad.

pd: se omiten detalles, cómo: el aseo, el almuerzo, el auto-control y la puntualidad.

viernes, 8 de octubre de 2010

A VALPO

A Valparaíso

Un día soleado y me vine a pies pelao, en la mañana corre ese vientecito rico, ese que me hela los piecitos. En la avenida España la micro se para y abre la puerta, allá en la caleta hay una gaviota muerta.

El chofer le puso bueno al pedal para llegar primero al puerto carnaval.
Nos asomaos por Barón, por ahí, por ese lado del mol; otros llegan en metro, igual me gustaría, pero de puro flojo no saco la tarjeta todavía.

Me bajo en Chacabuco con Freire y siempre el semáforo en verde, y atrás un verde mar, que jamás yo quiero olvidar. Parque Italia y las estatuas, que linda se ve en la mañana; baños turcos y las patas flacas, me topo con gente en Colón con  Freire, ¿cómo estay maca?

Cruzamos al medio, entre dos pasos de cebra, que imprudencia más grande, ojala que no me sorprendan.

Me aburro en clases y salgo, salgo y me subo al trolley. Colón y las Heras ya casi en la esquina, el paseo de los sueños y la brisa marina.

Victoria la plaza, las palomas y los carritos, allí en la banca está curado un viejito. Y será muy temprano que no abren los juegos, ¿estarán todos en clases? Un malabarista en el semáforo, que bien lo hace.

Quizás me baje en la esquina de Brasil, llena de palmeras, la de los universitarios fumando, corriendo, besando y pelando, y más estatuas mirando.

Asomarse un ratito a mirar el mar, caminar hasta el muelle, caminando hasta Barón ¿otra vez? Pero si para eso están los pies. Siempre hay movimiento en el mercado, será que no paso los domingos por ahí, de almuerzo pescado y puré con ají.

Todavía hay sol, telefoneo a mi polola, vente pronto que estoy en las rocas, y admiremos, admiremos, que cómo estas, vistas son pocas.

Una gaviota de madera, los camiones. Atravieso el metro y la católica, es la linda la Valpo, es más simbólica.

Compramos oro, rematamos zapatos, ¿hermanito tiene una gamba?, si, no, es que paso más rato.

Esta mañana no hay tanta niña bonita, he visto pocos grifos también ¿he recorrido bien? Yo no los he visto pero quizás hay cómo cien.

Hay gente que solo camina, hay gente que grita, hay gente que vende, hay gente que roba; siempre hay gente, la mayoría miente. Seguimos rutinas, así es, te veo todos los días en la misma esquina. Hay gente que maneja trolley, hay gente que se sube al trolley para no caminar, eso hago yo, si es que hay algo que confesar.

Había poca bulla, si me quedo dormido y me paso, la culpa no es tuya.
El carrito de las sopaipillas, que poco se ven de la Pinto pa’ arriba. La gente se junta a almorzar, la gente se junta a pinchar, más rato me pongo a tomar.

Y que no se olvide Bellavista, todo roto y quebrado, todo sucio y manchado, ¿el carnaval? La fiesta representa cierta discontinuidad y excepcionalidad, no son estos los rasgos determinantes para ubicarla en un tiempo y en un lugar enfrentado a lo cotidiano (García Candini, 1982 : 79)        Y quedó la embarrá, ¿Bellavista?, malos tratos y todos pasan rápido, así como el otro día que todos corrían y nadie sabía que ocurría, pero ahí estábamos diferenciándonos de la policía, y yo le dijo, amigo en la buena onda, que tenga un buen día, y me llegó un lumazo que me duele hasta hoy día.

¿Y la intendencia y los bancos y la demencia?, todo va rápido y el carácter pesa. Hay mucha congestión, seguir caminando es mejor y comprar un pañuelo, al final de nada sirve si se me cae al suelo.

La Sotomayor si ahí está. Quedan pocos ascensores y el suelo está revuelto, terremoto, maremoto, da igual si te saco una foto, pero sonríe que hay solcito, ¿me acompañas a caminar un ratito?

¿Qué es esto? Mi amigo, es el barrio puerto, ¿qué puerto, si está todo muerto?, uno que otro bar de mala muerte, si adentro hay alguien feliz sería suerte.

En la Echaurren hay un caballero sentado, había otro preocupado preguntándose, este siempre está cansado que en la misma posición está todos los días sentado.

Una carnicería, las botillerías, los bares y los compadres que también a la vez son comadres.

Por lo mismo resulta relevante  rescatar la memoria histórica de quienes construyen este lugar antropológico llamado bar: alcohólicos, putas y maricones, delincuentes mendigos y locos, sujetos populares que como tales están siendo barridos por el progreso urbano. (La joya deslucida del Pacífico. Cultura popular del “otro” Valparaíso. Pag.17 Marco Chandía A.)
Me quiero sentar un rato, no ha sido un buen día, pero es un mal lugar para recordar la melancolía, quizás ya no queda espacio ni tiempo para rescatar lo nuestro. Ya no se ve como en las fotos que vende en un CD el de barba blanca larga.

Mejor me devuelvo a la Victoria, necesito charlar. Sentado en el pasto frente a los dioses de la pileta cerca de los churros, las palomitas y los dulces de paleta.
Hoy me besaron, y los que paseaban no pararon, que raro que no hayan artistas, la señora y su puesto de artesanía, aún no está lista.

Yo no soy porteño ni tampoco inmigrante, es medio día y yo siento que es tierra mía, tuya y mía.
Dicen que la ciudad ya no tira mucha pinta, pero no pierde esa magia esa hermosa magia que no existe en otras partes, que atrae a los turistas, una obra de arte.

Están vendiendo flores, que no son de verdad, yo paseo de la mano, y tal vez  el ebrio que está botado también lo hacía y ya no es su realidad, porque lo único que quiere es que se lo lleve la mar.


¿Y los viejos marinos? ¿y las historias de altamar? Quizás donde están. Ya quiero integrar a mis espacios y recuerdos señora, las historias y aventuras de su marido me gustaría escuchar ¿ya está muerto? Sí, eso dijo, que se lo llevó y lo mató el puerto.

Valparaíso se reconstruye, no estamos en el mar y hay naufragios, estamos en el plan y el del mostacho, sirve cerveza y terremoto a los muchachos.

Cerro alegre dicen que barrio alto, reina Victoria, embriagués y muchos asaltos. Vamos al desayunador por un chocolate submarino, un poco caro, pero agradable placer matutino.

Valparaíso tiene eso que me gusta, porque no lo veo igual todos los días, a veces con alegría, a veces con melancolía.

Y yo en Playa Ancha debería estar, pero lo más probable es que a mi clase no pueda llegar.


Cuando la Música Acabe