Ni si quiera al compás del ritmo de una hermosa
melodía de guitarra eléctrica, mi cabeza
descansaba sobre mis antebrazos, ahí, en una
posición privilegiada para ver al
excelentísimo tributo, desconcertado y sumido
en una excitación musical suave y deliciosa,
llegaste por un costado y recostaste tu cabeza
de cabello largo junto a mi comodidad, me
besaste al ritmo de Pink Floyd y me
susurraste al oído "I wish you were here"
y tu voz la oí como el mejor complemento
de aquella relajación musical que me hizo
sentir esa rola, así que te devolví el beso
y nos quedamos recostados en mis antebrazos
hasta que terminó la canción.
Guille.
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